sábado, 17 de abril de 2021

Laberinto

Cuando te sientas perdido en un laberinto que parece no tener salida, recoge la cuerda de cada una de tus emociones, y tira de ellas. 

Cuando llegues a sus cabos, sepáralos bien, y teje con cada una de las sogas una capa para arroparte. 

Quizás algún día llega un vendaval y necesites ayuda de ti mismo, respirar y recordar el nombre de los monstruos que aparecieron, bombardeando el umbral de tu casa, sedientos de combustible, sufrimiento e ira. Ya los conoces. 

Si ese desafortunado día llega, no olvides que vinieron para perturbar el sosiego por el que un día luchaste. 

Si ese desafortunado día llega, ni si te ocurra olvidar lo que un día te gravaste a fuego: que tu luz nunca nació para iluminar la oscuridad de los monstruos, sino para dar más claridad a los recodos de tu laberinto.

Si ese (des)afortunado día llega, no olvides que el laberinto es el único escenario que conoces, y que aunque esté lleno de cuerdas de las que tirar, monstruos por todas las esquinas y baches por doquier, también hay rincones llenos de colores, sensaciones y matices. 

No olvides que esos rincones son las auténticas salidas. 

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