martes, 27 de julio de 2021

Voy a salir a buscarte

"Voy a salir a buscarte"

Hubo un día en el que esa frase de La Bien Querida me causó cierta confusión. El corazón me latía a mil por hora. Lo leí, lo releí, y no me lo creía. Venías a buscarme. Y así fue, maldita sea. 

Pasaron los días, la dinamita todavía no había explosionado, y la senda peligrosa todavía parecía un camino de rosas. Faltaba vino y horas para ver que no era más que un laberinto de zarzas cuya única salida era la locura. 

El camino equivocado, era, definitivamente, el camino equivocado. La mecha se encendió pero el resultado no fueron precisamente fuegos artificiales, sino el silencio incómodo y la espera indefinida. 

No eras tú al que debía dedicarle mis momentos más precisos. Había demasiado tiempo perdido.

Ahora las estrellas se ven más brillantes. He trepado el muro de la realidad que las tapaba, con mucho esfuerzo, y he llegado dónde debía estar, donde estuve antes de ti y dónde estaré mañana. 

Aunque todavía queda trabajo, es reconfortante volver a ver cómo brilla, a lo lejos, un horizonte que presagia aventuras. 

sábado, 24 de abril de 2021

Aliento

Cuánto aprendí,
de mí y de todos aquellos que han dejado su huella por mi camino. 

He dado voz al acoso y derribo, 
pero también al aprecio y amor. 

Viajar por el mundo de los recuerdos y encontrarte en ellos, 
buscar preguntas en las respuestas, 
detenerte ante la inmensidad de un mundo forjado a golpe de sensaciones. 

Qué bonito es vivir, 
cuando lo único que te queda son recuerdos y sueños. 

¿No debería ser suficiente?

Qué maravilloso es perderse, 
cuando la salida es lo de menos. 

¿No debería bastarte?

Qué agraciado es seguir viviendo, 
cuando tu memoria y anhelos son metas posibles.

¿No debería llenarte?

Ahora ese camino es una encrucijada: volver atrás, girar a la derecha, a la izquierda, o seguir adelante. 

Seré yo quién decida a dónde ir, 
porque ya conozco las señales.

O quizás no, 
y me vuelva a equivocar, 
y aparezca un abismo de frente. 

Si eso ocurre, 
quizás vuelva a caer, 
tal vez vuelva a seguir señales erróneas. 

Pero mientras quede aliento, 
sobrarán las ganas de seguir caminando. 

Y aliento hay, 
y mucho. 

sábado, 17 de abril de 2021

Laberinto

Cuando te sientas perdido en un laberinto que parece no tener salida, recoge la cuerda de cada una de tus emociones, y tira de ellas. 

Cuando llegues a sus cabos, sepáralos bien, y teje con cada una de las sogas una capa para arroparte. 

Quizás algún día llega un vendaval y necesites ayuda de ti mismo, respirar y recordar el nombre de los monstruos que aparecieron, bombardeando el umbral de tu casa, sedientos de combustible, sufrimiento e ira. Ya los conoces. 

Si ese desafortunado día llega, no olvides que vinieron para perturbar el sosiego por el que un día luchaste. 

Si ese desafortunado día llega, ni si te ocurra olvidar lo que un día te gravaste a fuego: que tu luz nunca nació para iluminar la oscuridad de los monstruos, sino para dar más claridad a los recodos de tu laberinto.

Si ese (des)afortunado día llega, no olvides que el laberinto es el único escenario que conoces, y que aunque esté lleno de cuerdas de las que tirar, monstruos por todas las esquinas y baches por doquier, también hay rincones llenos de colores, sensaciones y matices. 

No olvides que esos rincones son las auténticas salidas. 

viernes, 2 de abril de 2021

Mariposa

Tienes el don más insensible de la fortaleza, 
Te meces en el viento con indiferencia, 
Te cubres de espinas a lo largo de tu tallo, 
Y desembocas en un cáliz de pétalos tan frágiles como desbocados. 

Desconoces el poder de tu lágrimas.

Pero qué más da, 
Si al final del día, me aprisionas en un laberinto de inseguridades. 

Qué más da, 
si me llevas al niño que llevo dentro, me desnudas sin quitarme la ropa y me enfrascas en el aroma de lo imprevisible. 

Qué más da, 
si al final del día me despeinas el alma y te despides de mí sin apretar el gatillo,

si al final del día dejas el escaparate en orden, pero te marchas dando portazos y sin pagar una cuenta que meticulosamente calculaste.

Qué más da, si fuiste la culpa de mis labios y de mi sinsentido.

Pero intermitentemente vuelves al amor sin reparar los daños. 

Vuelves a ese amor que no fue ese tren que decidió esperar, sino ese tren que decidió arrasar.

Sin tener en cuenta las almas que se lanzaron a esas vías para intentar rescatarte de tu sepultura. 

¿Qué hay qué hacer para convertirte en esa flor sin espinas que decidió abandonar su jardín para adentrarse en un bosque de lobos sedientos de sangre? 

La noche te escucha silbar, y probablemente algún día sea ella misma quien entienda cada uno de tus pétalos caídos y secos, siguiendo un curso natural, pero sin pincel para colorearse. 

No olvides prometerle a tu oscuridad que si algún día buscas la luz para florecer de nuevo, seré yo el primero que decida sacarte de boca del lobo para contarte una historia de amor. 

No olvides que las flores también crecen en el barro, 
y que buscar la luz también implica separarse del resto para no hacerte sombra. 

Solo entonces, dejarás de ser esa flor con espinas para convertirte de nuevo en esa mariposa que un día saqué a bailar, agarrada a una promesa que nunca decidió cumplirse. 

sábado, 16 de enero de 2021

No me di ni cuenta

Escribo mi contraseña, suena una guitarra, y empieza el primer verso.

Recuerdo aquellas noches junto a la casa que me vio crecer, tumbado una sábana improvisada y con las estrellas como manta, aunque fuera una noche de verano. 

Fui creciendo, a pesar del vendaval, y se sumó el piano. 

Yo seguía sin saberlo. 

Estudié, trabajé, crecí... y no me di ni cuenta de lo valiosas que son esas pequeñas cosas. 

Aunque tú no lo sepas, me dije a mí mismo que jamás volvería a pisar los mismos charcos. 

Se sumaban los violines en una apoteosis de sentimientos que resultaban indescifrables. 

Y crecían las ansias de darle sentido a toda una vida llena de victorias y derrotas. 

La derrota siempre formó parte de mi vocabulario, pero ese barco en el que viajaba nunca estuvo destinado a la guerra. 

Aprendí, a capa y escudo, que no había aprendido una mierda. Y mientras más me daba cuenta, más crecían mis inseguridades. 

¿Volver atrás una vez más? 

Qué más da, si ya lo he hecho tantas veces. 

No volveré a pisar los mismos charcos. No vol-ve-ré a pi-sar los mis-mos char-cos.