martes, 23 de septiembre de 2014

MÁS ALLÁ DE LOS SUEÑOS

AÑO: 1998

PAÍS: EEUU.

DIRECTOR: Vicent Ward.

REPARTO:
Robin Williams, Cuba Gooding Jr., Annabella Sciorra, Max von Sydow, Jessica Brooks Grant, Josh Paddock, Rosalind Chao, Lucinda Jenney. 

GÉNERO: Fantástico Drama. 

Tan sólo un año más tarde de que James L. Brooks diese a luz Mejor... Imposible, Vicent Ward nos muestra una película basada en el cuento de Richard Matheson: Más allá de los sueños, protagonizada por nuestro querido difunto Robin Williams. 

Hace ya unos días que observo que se trata de una película que, no por arte de magia, se está vendiendo mucho(unas 300 copias en menos de dos meses en fnac), y principalmente por un target que comprende una edad entre los 40 y los 60, que definen el filme como "muy bonito a la vista". 

No me extraña en absoluto que cualquier película de Robin se venda ahora mucho más que antes, pero lo que sí que me extrañó es que fuese ésta y no otra como Flubber, Jack, Patch Adams, Mrs. Doubtfire, Good Will Hunting o Good Morning, Vietnam. 

Yo siempre he sido muy fan de Good Will Hunting de Gus Van Sant y de Jack de Coppola, y reconozco que Más allá de  los sueños no la había visto nunca. Sólo por curiosidad a este nuevo top-fnac me decidí a comprarla y a verla tan pronto como pude: 

Lo que descubrí fue una película, efectivamente, muy bonita a la vista. No mentían los clientes. De hecho, no me extraña en absoluto que ganara el Óscar al mejor efecto visual. Y ésta es sin duda su cinealidad, la de transportarnos a un mundo tan pintoresco que te entran ganas de beber pintura desconsoladamente. 

Pese a su trasfondo algo débil y ambicioso: el de pretender hacernos creer mediante el abrazo y el llanto que el cielo es bonito y el infierno asqueroso, la película adquiere una dimensión diferente y sofisticada que entra por los sentidos rápidamente, llenándotelos de color, magia y espectáculo. Es una orgía audiovisual, y digo también audio porque la BSO acompaña en todo momento a los trazos de un pincel digitalizado, a la magia de un luminoso cielo imaginado por una inocente niña, y al infierno oscuro y lúgubre de suicidas desamparados (No es casual la aparición del cuadro del "Jardín de las Delicias" de Hieronymus Bosch)

Sólo espero y deseo con todas mis fuerzas que su actor, Robin, mi Gran amigo Robin, no acabase en ese infierno de los suicidas, en ese infierno tan deprimentemente retratado. De ser así cojo la barca de Caronte ahora mismo y me aventuro por el río del inframundo, con la Power Balance por supuesto, para recordarle que allá arriba o allá abajo fue el héroe de muchos niños, adolescentes, adultos y ancianos.