martes, 12 de mayo de 2020

Iluminados

Grande Lewin.

Yo no sé dónde estarás.

Pero gracias. 

Fantasmas, sofá y huecos en el colchón... 

Y yo estoy pero no estoy. 

Sí, da un poco de pena, pero al final sonríes. 

'Sonríes'... ¡Suena tan bien! Empieza con una ese, y poco después llegan tres vocales que le dan paso a esa última ese. Yo bailo con las eses. 

(pequeño intervalo)

Siempre habrá cosas que quedaron por decir. Porque las despedidas siempre son, tristes. 
Permíteme esa coma. 

Hay que hacerle frente a los fantasmas. 

Sino corres el riesgo de que tu casa se derrumbe. 

Nadie advierte del peligro. 

Al final acabas siendo nuevamente un extraño, pero es verdad eso del destino... 

Si el pasado fue lo suficientemente fuerte, acabaremos iluminados. 

¿Existirá ese motivo?

Quizás está escrito, quizás no. 

Sino habrá que seguir viviendo con la misma intensidad. Porque ha habido mucha intensidad a lo largo de mis 30 años de vida. Una vida llena de maravillas y descubrimientos. 

Grande Lewin. 

miércoles, 6 de mayo de 2020

No, ya no

El círculo se ha cerrado. 

Volví donde una vez fui feliz para recomponer mis pedazos. 

Dejando a un lado el sinsentido, descubrí que las metas son el camino que ahora recorro, aunque con nuevos miedos e inseguridades a cuestas. 

Al día siguiente siempre toca volver a caminar, siendo consciente del verdadero significado del caos, la manipulación y la indiferencia. 

Pero tampoco ahora es momento de ser débil. 

Nunca quise ganar, solo estar completamente convencido. 

Mi nuevo yo me susurra al oído palabras que suenan a liberación. 

Ya no me culpo, ya no me miento, ya no me fallo.

lunes, 4 de mayo de 2020

Allá afuera

Al principio solo sonaban dos tímidos cellos. Parecían murmurar al eco del vacío de la habitación. Todavía quedaban huecos solitarios, entre esos rincones tan sedientos de vida, tan antiguos y llenos de recuerdos y misterios. 

Y en cuestión de segundos, cada vez más fuertes, cada vez más orgullosos de sí mismos, los violines entonaron con vehemencia cánticos de libertad, con una firme mirada hacia el horizonte, presagiando aventura. 

Y yo estaba ahí, siendo testigo de toda esa orquesta de sentimientos encontrados y enmarcados en los destellos serpenteantes de una cálida vela a punto de dar su último aliento. 

Yo me dejé sucumbir al éxtasis, a lo mucho que sonaba de mí ahí afuera, y del poco tiempo que había necesitado para entender lo importante que es conciliar con mi propia visión de la intimidad.