viernes, 30 de octubre de 2020

Invierno sin ti

...Y en eso estamos; creando un mundo en el que de momento solo quepo yo. 

Hace un rato, mientras tomaba un baño mirando el monocromático techo y escuchaba los acordes de Winter de Joshua Radin, caí en la idea de que no todo el mundo es capaz de apreciar las tonalidades de la vida, porque para eso se requiere de un mínimo de sensibilidad. 

Sonaba esa canción que tantas veces me ha recordado a un invierno que ahora saluda, a lo lejos, mediante el frío y en el devenir de un octubre atípico. Un invierno al que un día le puse nuestra cara, pero que ahora le pongo solo la mía. 

Qué iluso fui imaginándome caminando contigo por una calle decorada con motivos navideños, chaquetas de borrego, camisas de cuadros, pantalones tejanos, botas de Panamá Jack, la calidez de un tímido invierno y la insinuante voz de Joshua Radin como telón de fondo... 

...Mientras allí, en el exterior, solo se escuchaban los ecos de consumismo, los gritos de los sueños infantiles más inocentes y el aroma de un Mocha Praliné de Starbucks. 

Qué iluso fui imaginándote contigo ahí, cuando podía hacerlo solo conmigo. 

Porque para apreciar la magia de la calidez del frío, también hace falta sensibilidad. 

La escarcha es ahora el marco de un recuerdo personal maravilloso, de fotografías que me retratan solo a mí, caminando por calles desconocidas en un país al otro lado del charco; el frío es ahora mi mejor aliado, mi ropa y el aire que respiro; y el invierno es ahora ese escenario recóndito e íntimo en el que solo quepo yo, con mis memorias a cuestas. 

Pero qué poco pesan y cuánto pesas tú...

Habrá que hacer más ligero el equipaje. 

sábado, 24 de octubre de 2020

La metáfora

Seguimos con el vino blanco y el cigarillo. 

Había llegado a una conclusión y se me ha ido por falta de conexión. Quizás era eso mismo lo que me faltaba y esta es la lección de una maravillosa pero disonante noche en la que me pregunto a mí mismo tantas cosas...

Me pregunto por qué tanta duda y tanto inconformismo. 

Si tengo mil y una historias que contar y un universo que me caracteriza. 

Tengo el cajón de mis recuerdos desordenado, pero quizás lo importante no es el orden, sino los recuerdos. 

Tengo tantos de ellos.

He visto sillas altas que compramos juntos, mesas que me advirtieron, manteles testigos de conversaciones sinceras y copas vacías a les espera de ser rellenadas. 

Tantas historias de mí. 

Las dudas son metafóricas, porque se camuflan en la verdad. y ES ES PUTA METÁFORA LA QUE TE IMPIDE VER LAS COSAS CON CLARIDAD. 

No quiero más mesas envejecidas, ni sillas de Masions du Monde, ni tampoco alargos eléctricos ajustados a la superficie interior de la mesa para no entorpecer la belleza del conjunto, ni sofás con almohadas por doquier, ni separadores de roble pulido, ni estores, ni ambientadores, ni inteligencia robotizada, ni luces de modo estar, ni velas pacientes al unísono de música de piano. 

Bienvenido a mi mundo.