sábado, 16 de enero de 2021

No me di ni cuenta

Escribo mi contraseña, suena una guitarra, y empieza el primer verso.

Recuerdo aquellas noches junto a la casa que me vio crecer, tumbado una sábana improvisada y con las estrellas como manta, aunque fuera una noche de verano. 

Fui creciendo, a pesar del vendaval, y se sumó el piano. 

Yo seguía sin saberlo. 

Estudié, trabajé, crecí... y no me di ni cuenta de lo valiosas que son esas pequeñas cosas. 

Aunque tú no lo sepas, me dije a mí mismo que jamás volvería a pisar los mismos charcos. 

Se sumaban los violines en una apoteosis de sentimientos que resultaban indescifrables. 

Y crecían las ansias de darle sentido a toda una vida llena de victorias y derrotas. 

La derrota siempre formó parte de mi vocabulario, pero ese barco en el que viajaba nunca estuvo destinado a la guerra. 

Aprendí, a capa y escudo, que no había aprendido una mierda. Y mientras más me daba cuenta, más crecían mis inseguridades. 

¿Volver atrás una vez más? 

Qué más da, si ya lo he hecho tantas veces. 

No volveré a pisar los mismos charcos. No vol-ve-ré a pi-sar los mis-mos char-cos.