Hay un lugar en tu mundo que reconoces de vez en cuando porque suena con la inconfundible voz de tu pasado. Y de una forma casi inaudible, centellea intentando recordarte que es ahí donde tienes que ir cuando todo se vuelque hasta el punto de llegar a la pendiente perversa.
Quizás es un mundo gris, pero es tu mundo, hay algo en él que te reconforta: en él no hay guiones, máscaras o inseguridades. Solo aceptación y esa mirada fija a un horizonte que se aventura a ti gloriosamente, recordándote que lo bueno está por venir, que lo bueno también vino, y lo bueno también está ahora en ti.
Y mi mundo es una calle y un tiempo indefinido, algo de invierno, y el propósito firme de dedicarme ese paseo exclusivamente a mí.