de mí y de todos aquellos que han dejado su huella por mi camino.
He dado voz al acoso y derribo,
pero también al aprecio y amor.
Viajar por el mundo de los recuerdos y encontrarte en ellos,
buscar preguntas en las respuestas,
detenerte ante la inmensidad de un mundo forjado a golpe de sensaciones.
Qué bonito es vivir,
cuando lo único que te queda son recuerdos y sueños.
¿No debería ser suficiente?
Qué maravilloso es perderse,
cuando la salida es lo de menos.
¿No debería bastarte?
Qué agraciado es seguir viviendo,
cuando tu memoria y anhelos son metas posibles.
¿No debería llenarte?
Ahora ese camino es una encrucijada: volver atrás, girar a la derecha, a la izquierda, o seguir adelante.
Seré yo quién decida a dónde ir,
porque ya conozco las señales.
O quizás no,
y me vuelva a equivocar,
y aparezca un abismo de frente.
Si eso ocurre,
quizás vuelva a caer,
tal vez vuelva a seguir señales erróneas.
Pero mientras quede aliento,
sobrarán las ganas de seguir caminando.
Y aliento hay,
y mucho.