lunes, 4 de mayo de 2020

Allá afuera

Al principio solo sonaban dos tímidos cellos. Parecían murmurar al eco del vacío de la habitación. Todavía quedaban huecos solitarios, entre esos rincones tan sedientos de vida, tan antiguos y llenos de recuerdos y misterios. 

Y en cuestión de segundos, cada vez más fuertes, cada vez más orgullosos de sí mismos, los violines entonaron con vehemencia cánticos de libertad, con una firme mirada hacia el horizonte, presagiando aventura. 

Y yo estaba ahí, siendo testigo de toda esa orquesta de sentimientos encontrados y enmarcados en los destellos serpenteantes de una cálida vela a punto de dar su último aliento. 

Yo me dejé sucumbir al éxtasis, a lo mucho que sonaba de mí ahí afuera, y del poco tiempo que había necesitado para entender lo importante que es conciliar con mi propia visión de la intimidad. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario