viernes, 25 de octubre de 2019

Mi marea

Y ahora estás aquí, sopesando tantas ideas, vaciando el agua de los canales de Venecia y reconstruyendo el halo del romanticismo de las callejuelas de París. 

Tienes tu propia idea de romanticismo y cambias las reglas a tu antojo, como si fueras el creador del amor y yo te debiera mi falta de experiencia. Soy un buen aprendiz, pero sigo sin entender tanta complejidad, cuando siempre pensé que todo esto debía ser tan simple. 

Si quieres te llevo hasta el río de Hoi An, desde ahí se ve la llovizna caer sobre los farolillos, si tenemos suerte estará el violinista interpretando su repertorio de siempre. Como mucho, te pediré un beso y te diré que te quiero. 

Sigues sonando a triunfo y encarnando el efecto de la efervescencia. Déjame apaciguarte y convertirte en mi propia marea. 

Supongo que siempre habrá momentos en los que falte el aliento, que el miedo y el pánico aparezcan e irrumpan con fuerza en un mundo donde la debilidad forma parte de la desvergüenza.

Ya no llueve en en esta milenaria ciudad y el hotel es un acto de afecto e ironía. A veces juegas conmigo y decides convertirme en mi versión más estúpida, lo peor de todo es que me gusta encender esa vela y dejar que se consuma. 

Y yo sigo perdido en tu mirada y en el mar de tus labios. Hay algo que siempre ocultarás y no quiero descubrir, quizás conmigo te pase lo mismo. No quiero descubrirlo, esa es tu magia.  

Va, conviértete en mi marea e inúndame con toda esa fuerza que canalizas y dejas ir cuando menos lo espero. 

Suena: Más de un 36 de Andrés Suárez

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